Por Pablo Vicente
Recientemente, tuve la oportunidad de participar en una excelente conferencia dictada por el Dr. Manuel Villoria, titulada “Vicios en la Administración Pública”, actividad organizada por el Programa Nacional para la Promoción de la Ética (ProÉtica); en dicha conferencia fueron abordados algunos aspectos que quisiera compartir con los lectores de este medio.
El Dr. Villoria fue enfático al afirmar, que las organizaciones tanto públicas como privadas, que están legalmente constituidas en una sociedad democrática, son pilares de un sistema social justo, si están construidas sobre sólidas bases morales, si cumplen su misión social, si cooperan para el bien común y promueven la integridad de sus miembros.
Desde una perspectiva operativa, un gobierno íntegro es el que asume e implanta los instrumentos, procesos y órganos necesarios para prevenir la corrupción y fomentar un servicio público coherente con los principios y valores que fundamentan su ética profesional en una sociedad democrática.
En ese sentido, para el experto quien tiene una amplia experiencia como director del Departamento de Gobierno y Administración Pública, del Instituto Universitario Ortega y Gasset, plantea dos formas de abordar la ética en el trabajo. Por un lado, se puede adoptar una postura de mera conformidad o cumplimiento de las normas y de los objetivos, sin implicarse en la reflexión de cuál es el sentido moral del trabajo.
Y en segundo lugar es asumiendo una postura en la que el trabajador público reflexione sobre las normas y el sentido ético de su trabajo, de forma que asume de un modo voluntario y consciente las implicaciones profesionales y éticas del papel que desempeña. A partir de esta conformidad interior sí es posible activar toda su capacidad moral y desde luego toda su entrega.
De acuerdo al doctor Villoria, para poder combatir los vicios de la administración pública, es necesario crear un sistema de integridad que abarque la voluntad política en el ejecutivo de prevenir y combatir la corrupción y un sector público competente, objetivo e imparcial, con adecuados sistemas de contratación.
Igualmente, la existencia de buena gobernanza y en el combate a la corrupción; un eficaz sistema de auditoría y control contable y financiero; partidos políticos comprometidos con la lucha anticorrupción y que se financian limpiamente y un poder judicial independiente e imparcial, además de competente en la lucha anticorrupción.
De igual forma, una defensoría del pueblo y sistemas de defensa del ciudadano frente a abusos y mal funcionamiento de los servicios públicos; unos medios de comunicación que se toman en serio la corrupción y la combaten con la investigación y la denuncia; y una sociedad civil bien informada e implicada en la lucha contra los abusos de los poderes públicos y privados.
Después de escuchar esa conferencia, me pregunto, ¿es posible instaurar en República Dominicana un sistema de integridad que pueda eliminar los vicios de la administración pública? Confieso que como país hemos avanzado bastante, pero estoy convencido de que aún tenemos un largo camino por recorrer en pro de construir un Estado social democrático de derecho, donde exista un sistema de integridad donde el ejercicio ético este en centro de la administración pública, donde en vez de decir vicios de la administración pública, podamos decir virtudes de la administración pública.
El autor es dominicano, presidente de FUJUDEL, fujudel@gmail.com