PUNTA CANA. Pablo Milanés no se ha ido, solo cerró los ojos para preparar su camino rumbo a la eternidad. Y el mundo lo sabe bien, que en este breve espacio en que ya no está sus poemas cantados vivirán por siempre…., y para siempre.
Su tránsito por esta vida fue fecundo, de sabores y sinsabores; de colores rosas y grises; de risas y angustias. Primero revolucionario, y luego crítico de la revolución cubana, pero nunca dejó de amar ni de cantarle a Cuba. Sí, a esa Cuba que anida grandes recuerdos y sentimientos mezclados con melancolías, historias y anécdotas infinitas de este legendario cantante.
A Pablo la muerte lo visitó para llevárselo en un hospital de Madrid. Y allí estaba, postrado, sin fuerzas y alicaído, ante el cáncer impiadoso, cuando el último domingo de enero de este año le dieron la noticia cruel de que su hija, Suylén Milanés, había muerto en Cuba de un accidente cardiovascular.
Pablo no pudo viajar a la isla caribeña para despedir a una de las tres hijas que procreó con Yolanda Bennet, inspiración de una de sus más bellas canciones, “Yolanda”. El cáncer no le permitió viajar.
Tuvo que quedarse en el viejo continente, con su dolor a cuesta, lejos de su terruño y resignado por la solidaridad expresada en cada rincón del planeta. En esta experiencia desgarradora por el deceso de Suylén quizás encontró respuesta a su pregunta acongojada, “dónde estarán los amigos de ayer”.
Pablo se instaló en Madrid desde finales del 2017, donde trató sus achaques y desde donde, una que otra vez, hablaba en tono crítico de la situación política de su Cuba querida.
«Es irresponsable y absurdo culpar y reprimir a un pueblo que se ha sacrificado y lo ha dado todo durante décadas para sostener un régimen que al final lo que hace es encarcelarlo». Esto dijo Pablo el año pasado, cuando cuestionó la represión de manifestaciones públicas en Cuba contra el régimen que gobierna ese país desde la Revolución del 1959.
Pablo murió sin pisar nuevamente las calles de la Cuba libre que soñó. Tenía planes, sueños, aspiraciones, más poemas para regalar y compartir. Pablo tampoco pudo realizar sus dos conciertos programados para este año en México y República Dominicana. En este último país tenía previsto presentarse el 5 de diciembre.
El ícono de la canción protesta se muda a una nueva dimensión. Pero su vida fértil engendró un amplio repertorio impreso en la gloria de su trova inmortal, como hicieron Mercedes Sosa, Alberto Cortés y Facundo Cabral.
Pablo no murió, por supuesto que no. Sólo cumplió su misión en este espacio terrenal para vivir ahora por siempre en las canciones que nunca mueren. Se queda con nosotros y lo buscaremos en “El tiempo pasa”, “Para vivir”, “Yo no te pido”, “Los años mozos”, “Cuba va” y “Hoy la vi”.
Y si en algún momento nos falla la memoria, rebuscaremos hasta encontrarlo en “Yolanda”, “No me pidas”, “Los caminos”, “Pobre del cantor”, “Hombre que vas creciendo”, “Yo pisaré las calles nuevamente”…Y en una larga lista de canciones estampadas en sus más de 40 discos grabados en su larguísima carrera musical.