La licencia de Lisandro Macarrulla se esperaba, tarde o temprano. Se trata del primer ministro de la Presidencia de la República, que en el orden de jerarquía del organigrama gubernamental, es el segundo hombre más importante del Ejecutivo.
Lisandro Macarrulla padre no está acusado de nada. Las acusaciones y señalamientos son solo mediáticos. Pero su hijo, Lisando José, sí está en el expediente acusatorio del caso Medusa. Lisandro José es el gerente de la empresa Mac Construcciones, una de las compañías que ganó licitaciones para levantar la nueva cárcel La Victoria.
A Mac Construcciones el Ministerio Público la señala como una de las empresas involucradas en pagos de sobornos para la construcción del referido penal. Y por eso la gente pedía que su padre, Lisandro Macarrulla, renunciara o que el presidente Luis Abinader lo destituyera.
Ni una ni la otra. Lisandro Macurrulla dijo que tomaba una licencia, atendiendo a los mandatos de la Ley de Función Pública. Tiene derecho a esta decisión, porque lo hace protegido por un mandato legal.
Por razones aún no explicadas, el comunicado de la renuncia de Lisandro Macarrulla como ministro de la Presidencia no lo hizo el Gobierno, de manera oficial. Lisandro usó su cuenta de Twitter @lmacarrulla1 para anunciar su licencia, a las 11:27 de la noche del pasado miércoles.
¿Cómo interpretar esto? Sería especulativo, porque el presidente Abinader todavía no toca el tema púbicamente. El jefe de Estado sí ha dicho en muchas ocasiones que no habrá vacas sagradas en su gobierno. Con esto, deja claro que quien la haga, la pagará.
De Lisandro Macarrulla padre no se sabe si ha hecho algo bochornoso para pagarla. Eso se demuestra en los tribunales, igual que con Lisandro José hijo. Abinader tiene presión, eso es indiscutible. Y el golpe de la renuncia se siente fuerte. Duele.
De empresario a político
Lisandro Macurrulla no es político de carrera. Es empresario y se unió a la campaña de Luis Abinader, jugando un rol estelar como orientador y vocero del ala económica dentro de las propuestas electorales del actual presidente.
El precio ha sido caro. Lisandro ganó fama como gremialista empresarial destacado por sus posturas inteligentes sobre temas coyunturales. Bien querido por los medios de comunicación, los mismos que ahora publican titulares sugerentes, que poco dejan a la imaginación.
Son dos ámbitos de naturaleza muy distinta, y con implicaciones espinosas. Un empresario convertido en político, casi nunca es aconsejable. Lisandro lo intentó y ganó. Al menos ganó un cargo preponderante, sin ser experto en asuntos de Estado. Pero, ¿Habría pensado en algún momento este escenario que ahora lo perturba?
Ahora solo resta esperar el desenlace. Desde ya, se cree que su licencia es solo un eufemismo, porque lo que hizo fue realmente renunciar, antes que Abinader, quizás con gran dolor y pesar, tomara la decisión de cancelar su contrato como ministro de la Presidencia.