Un día como hoy, pero del 1961, República Dominicana comenzó a trillar el camino hacia la libertad, hacia la apertura de la institucionalidad democrática, con el ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien gobernó con mano de hierro por más de tres décadas consecutivas.
Con la muerte del déspota, muchas cosas cambiaron en nuestro país: comenzaron a llegar exiliados políticos que combatieron el régimen desde sus inicios, e incluso fuera de nuestro país; surgieron varias agrupaciones políticas, medios de comunicación independientes y la libertad de expresión comenzó a consolidarse.
A 61 años de este acontecimiento que marcó un antes y después en nuestra historia republicana, seguimos batallando para que la democracia sea nuestro mayor y más preciado tesoro. Seguimos luchando para que nuestra Constitución, instituciones y leyes sean garantes del bienestar común y del respeto a la dignidad humana.
Aun con sus imperfecciones, la democracia que tenemos nos ha permitido avanzar en la ruta hacia una sociedad más inclusiva y participativa, donde se escuchan y ponderan voces disidentes sin que esto sea motivo de persecuciones ni atropellos de ningún tipo.
El pasado año, a propósito de celebrarse los 60 años del tiranicidio, el presidente Luis Abinader emitió el Decreto 335-21, mediante el cual se declara el 30 de mayo de cada año como el Día de la Libertad, en homenaje a la resistencia nacional y a las víctimas de asesinatos, desapariciones, torturas, abusos y desmanes cometidos contra el patrimonio del Estado dominicano durante los 31 años de gobierno dictatorial dirigido Trujillo Molina.
Esta disposición gubernamental reconoce la valentía de aquellos hombres que en una noche incierta y de la que dependía el futuro de nuestra patria, decidieron ponerle punto final a tantos años de oprobio, de asesinatos y abusos de toda índole.
La mejor forma de honrar la memoria histórica de aquella hazaña inolvidable es convertirnos en vigilantes permanentes de la libertad que nos legaron los héroes del 30 de mayo.
Y gritar a todo pulmón que más de los jamases volveremos al oscurantismo, a la represión ni a la opresión, porque “Quisqueya la indómita y brava, siempre altiva la frente alzará” para enfrentar con gallardía cualquier intento o asomo de echarle lodo al sacrificio de haber conseguido nuestra libertad a sangre y fuego.
¡Qué viva la República Dominicana!