No pasaba de ocho años la noche en que se produjo esa discusión. «Mis hijos no dicen coño»; «mis muchachos nunca han dicho coño». Con estas palabras, mi madre trataba de explicarle a un señor que en mi campo llamaban Sijo Vázquez, que nosotros, mis tres hermanos y yo, éramos incapaces de pronunciar esta palabra.
Pero don Sijo estaba empecinado. «Anjá, ¿Y qué es lo que acaba de decir ahora?», le ripostaba insistente a mi madre, señalando airadamente hacia mi. Sijo estaba tan seguro de que yo había gritado un coño, que ya su empecinamiento lo convertía en un necio aprovechado, porque aquel pleito ocurría justo debajo del cinc mohoso de su casa, adonde íbamos cada noche a ver una telenovela que si mal no recuerdo se llamaba «Cuando los hijos se van».
Así era, Sijo Vázquez se estaba aprovechando de que su casa era una de las pocas donde, para la época, había televisión. Era una Toshiba blanco y negro que adquirió para ver el juego de pelota, y la lucha libre del campeón de la bolita del mundo, Jack Veneno, el invensible y propietario de aquella farsa que acaparó la atención de millares de inocentes.
Mami era exageradamente decente. A veces me molestaba que fuera así. Cuando alzaba la voz, lo hacía porque las razones lo justificaban. Esa noche se incomodó de tal modo que Sijo enfrentó, como talvez nunca en su vida, el coraje de una mujer defendiendo como fiera parida la educación de sus hijos. Fue menester la intervención de la esposa de Sijo.
«¨¡¡¡Que mis hijos no dicen coño, ya le dije!!!» Esa fue la última expresión para terminar un enfrentamiento verbal que estuvo a punto de destruir una de las amistades más hermosas y duraderas de la familia Quezada. No fue posible terminar de ver el capítulo de «Cuando los hijos se van». Nos marchamos con la dignidad a cuesta.
«¿Tú dijiste o no dijiste coño?», me preguntó mami, para sentirse tranquila y segura de que valió la pena encarar a Sijo Vásquez. «No, mami, yo lo que dije fue concho», le respondí, tomado de su mano y caminando rumbo a nuestra casita.
Han pasado muchos años después de aquel episodio. Ignoro si Don Sijo y mi madre sabían el significado o el origen del mundialmente famoso coño. Sí recuerdo que mami nos decía que el coño aludía a la vulva de la mujer y que por eso no era bueno decir esa «mala palabra».
Hoy, quise compartir con ustedes algunas definiciones de coño. Quédense con la que más lo convenza.
Coño: «expresión que indica sorpresa, admiración o disgusto; en general añade intensidad a lo que se dice (diccionario de español en línea :www.es.thefreedictionary.com)
«Su acepción más utilizada se refiere a una interjección usada prioritariamente para demostrar que los argumentos propios son los mejores y están debidamente razonados. Véase argumento de autoridad. Una variación (pero cambiando su pronunciación a ¡co-ñó!, con una larga pausa entre las sílabas) se refiere a una expresión de gran sorpresa y alegría a la vez. Equivale a ¡Arrea!, ¡La leche!, o ¡La Puta! (no confundir con Laputa)».
«Según se dice, también existe un objeto llamado vulgarmente coño cuya función básica es el ocio o entretenimiento, pero no se ha podido demostrar su existencia. Para aquellos con un teclado sin la letra Ñ viene a ser una figura geométrica». (http://inciclopedia.wikia.com).
El Diccionario de la Lengua Española coincide con lo que mi madre pensaba del bendito coño. Ofrece las siguientes definiciones: Coño del lat. cŭnnus 1) Parte externa del aparato genital de la hembra; 2)para expresar diversos estados de ánimo, especialmente extrañeza o enfado.
Coño, cuántas vainas jeje