La música urbana es polémica, no por lo que dice o toca, sino por cómo se mira. ¿Es buena o mala? Veamos. La respuesta dependerá del cristal con que se mire, insisto. La respuesta de Tokischa Altagracia Peralta (su nombre de pila) por citar un ejemplo, sería fácilmente predecible.
Tokischa está en su mejor momento, segurísimo piensa ella. Pastores y sacerdotes creen lo contrario. Religiosos y religiones piensan que esa joven carece de juicio. La tildan de depravada. Los ultraconservadores también piensan lo mismo. Van más lejos, creen que Tokischa no hace música.
Y lo mismo piensan de “el Alfa”, “la Materialista” o “Mozart la Para”…, de todos esos chicos. A Tokischa la vida la tiene cerquita de la súper estrella de música pop estadunidense Madonna, igual de controvertida. Madonna es la polémica personalizada, pero es Madonna, un sello musical indiscutible y eligió a Tokischa para cantar juntas. Eso pesa.
Su buena racha genera comentarios, envidia, celos…de todo. Pero Tokischa está feliz. En la cúspide. Sabe que viene algo bueno, muy bueno para ella.
Desde adentro
Incitar al sexo fácil, al consumo literal de drogas, a la rivalidad violenta, al dinero logrado sin mayores esfuerzos, es lo que se cuestiona del dembow. Es que el género urbano cuenta historias callejeras, de la vida gris que rivaliza la vida rosa en todo el mundo.
¿Qué hacer? ¿Meternos por dentro del dembow y destripar sus letras para volverlas a nuestro gusto? El mundo evoluciona. Seguirá su curso normal, al margen, muy al margen de nuestros deseos. Muchos ignoran esta sentencia.
El dembow es rebeldía. Sus exponentes, marginados una vez y ahora jóvenes adinerados, con fama y talento más refinado, le cantan a su pasado, a sus orígenes, y con sus éxitos y logros quieren motivar al cambio de vida de los barrios de donde vienen.
El dembow nace en un contexto de exclusión social. El dembow deja claro que la exclusión no solo genera violencia, sino que también enciende la chispa de la creatividad. Y de allí nacen otros más que como Tokischa hoy saborean la conquista de unirse a artistas de trascendencia mundial.
Madonna quiere cantar con Tokischa, y así el dembow restriega a mucha gente que la exclusión no puede ser razón para la frustración.
El dembow debe renovarse, sí, es cierto. Pero no desaparecer. Renovarse es repensar lo que se tiene por esencia en este género musicial: la tiradera que suele degenerar en violencia, tragedias, enemistades y conductas desviadas.
El dembow es música de barrio, aprendida, cantada e idolatrada desde la marginalidad. Es música creada en aposentos colmados de necesidades, pero ingeniosamente convertidas en estudios de grabación.
El dembow es eso, una expresión de rebeldía.